Precioso amanecer en Porto Moniz, soleado pero sin calor y con una ligera brisita marina. El desayuno sigue dejando mucho que desear en toda la isla pero llenamos el estómago por lo menos para lo que te espera de día.
Dejamos el hotel y nos vamos a buscar un jerseicito pa la fresca nocturna pero no encontramos na de na. Lo mejor, un imán para la nevera de CR7: seguro que a mi padre le hará mucha ilusión.
Con el imán en la mochila, cruzamos la calle para ir al acuario: son pocos euros pero tampoco tiene mucho que ofrecer. Es pequeño. Tiene varias piscinas y acuarios con los peces y bichos típicos de la zona pero sobre todo tienen un enorme acuario con tiburones, rayas, morenas y cientos de peces. Incluso, si pides hora, te puedes meter a bucear.
Salimos a conocer las piscinas cercanas; son naturales pero ayudadas por la mano del hombre porque están rodeadas de paredes de cemento para que no se pierda el agua. Los guiris se lo están pasando pipa pero al final del pueblo hay otras más grandes que por un euro y medio prometen más acción... Y vaya si se cumplen las expectativas: por poco dinero, pasas una mañana cojonuda, pena de no tener gafas de buceo. No hay arena ni césped para tomar el sol pero el agua está genial, fresquita más bien, y se vislumbran peces y bichos de todos los tipos. Para la vuelta a Madeira, es una visita obligada. Además, desde aquí se divisan los grandiosos riscos que rodean a esta preciosa villa...
Pues ya bañados, nos montamos en el carro y nos dirigimos a Corral de Freiras. Será el trayecto más largo, aunque apenas sean unos pocos kilómetros, que hacemos en este viaje y recorremos la isla de norte a sur. Pasaremos otra vez por Sao Vicente para bajar casi a Funchal y volver a subir (en todos los sentidos) a Corral de Freiras. en este viaje notaremos el paso de un ambiente verde y húmedo del norte al más secano y populoso del sur.
Corral es un pueblo, o perdón, un conjunto de casa en mitad de la isla y entre las montañas más altas de la misma. Está a 600 metros de altura pero rodeado de picos de 1800 con lo que el camino es complicado. El pueblo se formó debido al éxodo de las monjas de la costa hacia el interior, aterrorizadas por los piratas... De este modo, se puede decir que los habitantes actuales de Corral de Freiras son los descendientes de estas monjas... ¡Oye, que mal suena esto!
Pues lo dicho, salimos de Porto Moniz con sus piscinas, cruzamos Sao Vicente con sus grutas y ponemos dirección al Sur. Casi al llegar a Funchal empiezan los carteles anunciando nuestro destino y empieza la subida a los montes. Las verdad es que es larga y parece interminable, con tramos en los que al 500 hay que ponerle en primera pero por fin aparece un túnel enorme, en la dirección al pico nosequé, el más alto de Madeira. Al salir del túnel, parece que has llegado a otro mundo... Corral está delante, desperdigado entre cuestas y casas y metido en un valle entre enormes montañas. En realidad, el pueblo no merece la pena pero la impresión de verte ahí metido es, como mínimo, curiosa... Gente muy amable pero poco que ver. Vuelta a Funchal a ver lo que nos queda.
Comemos en
Tasca Literaria Dona Joana Rabo-de-Peixe, llena de cuadros y libros y comemos unas sardinas y una espetada. Habíamos aparcado en el parking contiguo a la Plaza de la Autonomía, una de las más importantes de Funchal pero que no tiene nada que ver. Paseamos por el paseo marítimo y al final del puerto está nuestro primer destino de la tarde: el museo de CR7, Cristiano Ronaldo, o mehlor jugador do Mondo.
Lo primero, decir que el museo es privado, pagado todo por CR7 y que cada uno hace con su dinero lo que quiera. Y que compró unos terrenos públicos para hacer el museo, pagando un quintal. Museo que por otra parte fomenta el turismo de la isla y crea puestos de trabajo. Pero parece propio de un tipo egocéntrico aunque dicen no lo es ni mucho menos. Me parece mucha tela hacerte un museo para enseñarte al mundo. En fin. Por otro lado, decir que el museo tiene copias de lo que ha ganado en el Madrid y los otros clubes y los trofeos de Bota y Balón de Oro conseguidos. Pero lo mejor es el tipo que está en la planta baja con los turistas: ¡el auténtico primo de CR7! Un tipo que te enseña fotos de cuando eran niños y ¡¡la auténtica entrada del Madrid-Bayern!! En fin, fotos, risas y nos vamos.
Cogemos dirección al pueblo para ver algo más interesante: el Mercado de Labradores.
Es el típico Mercado de Abastos de cualquier pueblo: en la planta sótano están las pescaderías, con peces como el sable negro que nunca he visto por aquí pero que allí es muy apreciado. En la planta baja están las fruterías, tiendas de flores y las de regalitos, además de un par de cafetarias. Una de ellas también da al exterior y tiene muy buena pinta pero allá las palomas desayunan y almuerzan como todo hijo de vecino. Finalmente, en la última planta hay más fruterías, especializadas en fruta deshidratada. Compramos un par de dulces de miel y nos vamos a las Bodegas Blandy's: otro de los puntos de interés de la city y nuestro viaje.
Se encuentran en una plaza en el centro de la ciudad y son famosas por ser de las primeras productoras de Vino de Madeira. Se crearon en el siglo XIX por un tal Blandy, un inglés que apareció por aquí , se enamoró del sitio y se quedó. Probó a hacer vino y oye, triunfó. Las bodegas está así como cunado se hicieron y conservan el olor de antaño. Tras comprar la entrada, esperamos un ratito para hacer el tour. Primero nos llevan a una sala donde muestran como se hacían los barriles de antaño: usando uno como puerta, llegamos a las barricas más significativas de la producción: que si Dry, Sweet y los distintos tipos de uva que usan: verdelho, entre otras variedades. Tras esta sala, está la sala de fermentación y a continuación, otra sala enorme con docenas de barricas y produciendo mosto continuamente. Para acabar, a la sala de catas a probar el vino: un consejo, vino con hielo y rodajas de naranja. Lo dice Rita, nuestra guía. Terminamos, nos cogemos el coche y nos vamos al hotel Windsor: cuidado con la entrada al parking, tiene huevos. La habitación es pequeña pero cómoda y el baño es enorme. Tenemos la suerte de que la piscina está justo encima de nuestra habitación... No pienso salir del agua hasta que me tenga que acostar.