sábado, 7 de octubre de 2017

15 de Julio: partimos!!

Muchas gracias a quien nos ha traído. Aeropuerto de Madrid Barajas Adolfo Suárez con destino Aeropuerto Cristiano Ronaldo de Funchal, Madeira, escala en Lisboa. Esta escala es para ahorrarnos los 600 euros del vuelo directo... Es lo que hay... Boa tarde Don Vicente del Bosque, encantado de verle y cuide su cojera... Parece que está jodido el hombre...
Comemos fast food, mas basura que nunca y a la fila del avión: a Sonia le hacen meter su bolsito dentro de la maleta. Embarcando, que nervios. EasyJet nos pone un avión amplio y grande pero me toca al lado un hormonauta de Aluche que sólo sabe conectarse a redes sociales... No, no te doy mi feisbuk. Mira! por la ventana ya se ve Lisboa; venga, que aterrizamos.
Sin contratiempos en el aterrizaje, ahora toca esperar al vuelo de Funchal. Nos tomamos un bolo de Belem y Sonia aprovecha para ir al dutifri. Unas fotos como recuerdos y a buscar otra vez la puerta... Después de varias vueltas por el aeropuerto, un policía local nos dice que hay que coger un bus hasta la otra terminal: no, si al final perdemos el avión, y eso que va con retraso.
Bus, control de billetes, control de maletas y ya en la terminal. Una tienda nos sirve de entretenimiento; corcho, un palo selfie... Venga, píllalo que nos hará compañía... Yo me compro una pulserita de hilo que todavía llevo mientras escribo estas líneas... La terminal no es pequeña, no, es enana: todas las puertas están juntitas y al final, en una de ellas anuncian "Funchal: destino de los mochileros". Como hemos esperado a ser los últimos en embarcar para no estar de pie en la cola, nos toca meter las maletas en la bodega. En el avión, me ha tocado al lado un "preto" enorme vestido de Armani, con un Rolex de 600 pavos y leyendo un nosequé de la Biblia... Tipo raro, como el hormonauta. Comemos una magnífica Focaccia con Pringles Paprika (todo típico portugués) y llegamos a Madeira!!
La pista parece que acojona pero ni nos enteramos del aterrizaje. Salimos a por las maletas y corriendo al Rent-a-Car: nos han dado un Fiat 500!!! como en la Toscana, pero el chico dice que es escaso de motor para la isla... No me lo creo y nos da igual: es un Fiat 500!!! LG661. Vamos al parking, lo vemos, nos enamoramos los tres y nos metemos dentro. Venga Soni, pon el GPS portátil que ya hay hambre... Pues no sale el hotel, en el GPS, ni la calle, ni el código postal, ni Funchal, ni Madeira!!! Pues a tirar de móvil... Benditos móviles, que dice Sonia.


Por fin, llegamos al hotel Jardins d'Ajuda. Sonia, la recepcionista, simpatiquísima y superagradable. Un encanto de chica. Nos da la 751: un poco cutre, de antaño, con cocina americana, y saloncito pero las camas no son muy allá... Pero por lo menos para dormir, van a servir.
Tengo hambre, así que para cenar Sonia nos dice que vayamos al centro Comercial que ya es tarde, así que nos vamos para allá y me trasco una "Francisquinha" y Sonia un bife de ternera con patatas...


Era ternera cerca de vaca, con muchas cuestas en las piernas. Como todos en Madeira; la cena da sueño: al hotel que mañana toca visitar Funchal... Por cierto, pruebo la Coral, la birra de aquí: mejor que la Superbock (lo cual no es difícil) aunque he probado la negra... Mañana, la rubia.

16 de Julio: Funchal de la Frontera

Hoy es domingo y el plan es visitar la ciudad de Funchal, que no es muy grande (sobre todo el centro histórico) pero que nos puede llevar tiempo... Que estamos sin GPS!!!
El desayuno del hotel corresponde al de una fonda de carretera comarcal pero no te quedas con hambre. Con fuerzas renovadas, nos vamos al carro y bajamos a Funchal.
Como es domingo, no hay que pagar en la zona azul (sí, aquí también hay de eso) y encontramos pronto un sitio, por suerte. Aparcamos y nos vamos al teleférico que nos pilla al lado.


Cuesta 16 € por barba y no hay que esperar nada a que llegue tu cabina. Las vistas son espectaculares, merece mucho la pena e incluso hay partes en las que la altura acojona. Y en diez minutos o así te plantas en la cima del Monte, que así se llama, y te vas a ver a los corredores de carros... Mierda!!! Hoy no trabajan!!! Nos quedamos con las ganas. Una excusa para volver a Madeira.
Nos vamos a la puerta de Jardín del Monte, pagamos la entrada y para adentro. Es un jardín enorme en la ladera del monte, lleno de árboles, helechos,  flores, plantas y con azulejos que explican la historia de Madeira y Portugal a lo largo del recorrido. Hay un par de recintos con exposiciones de esculturas de Mozambique (temporales supongo) y otro con una exposición (parece permanente) de piedras preciosas, pedruscos y demás.


Al llegar abaixo del todo, te tomas el vino que te dan con la entrada y vuelta parriba pero gracias a CR7, hay unos cochecitos eléctricos que por dos pavos y medio te dejan otra vez arriba, en la puerta del teleférico. Pues hala, arriba con las chicas españolas y en un y en un pis-pas, abaixo otra vez. Paseíto por el centro y a buscar un sitio para comer: Sonia se inclina por uno que hace esquina y tiene una pinta genial y yo por uno que tiene una camarera con un culo espectacular, para forrar balones que diría mi amigo Mario... Pues resulta que es el mismo sitio! Qué bien! El Embaxador. Yo pido espetada de carne y Soni una crepe de queso con frutas y verduras y de acompañamiento, una mantequilla de hierbas, calabaza cocida y una verdura de la tierra, cocida y con sabor a aire: la pimpinela.


Ya comidos, cogemos el carro y a disfrutar de la pisci! Sonia se echa una siesta de gigante y yo me meto en el jacuzzi, la sauna, la piscina cubierta y porque no había más cosas que si no, ahí estoy yo todavía. Baja el sol, subimos a la habita y nos preparamos para cenar. He leído que aquí al lado hay un "Espethus", tipo Rodizio brasileño así que vamos allá. Yo pido una espetada de Picanha y Soni una tortilla de queso con camarones y cogumelos; nos ponemos tibios (estamos engordando) y pal hotel que hay que poner un euro para la zona azul del coche que mañana es lunes y vienen los cazamultas. Luego, a sobar.

17de Julio: de Lobos y un mirador muy alto

Oootro desayuno espléndido típico portugués para empezar bien el día que hoy está previsto de muchas curvas y muchas subidas: a ver la Soni...
Pues ya preparados, salimos camino de Cámara de Lobos, así llamada por la cantidad de lobos marinos (focas) que había hace tiempo. Poco que ver, el puerto, una calle con adornos hechos de botellas y neumáticos reciclados (muy currado todo) y seguimos camino. Próximo destino: Cabo Girão y su famoso mirador.




Aparcamos en el reservado de los autobuses, como hace todo el mundo y nos vamos hacia el mirador. Por cierto, telita con la carretera para llegar; bueno, como toda la isla. Hay rampas que ni Indurain, tienes que salir en primera. El cabo es el segundo más alto de Europa con 500 y pico metros y la sensación de ver el vacío bajo tus pies no mola nada, pero las vistas son alucinantes: fotos, visita al Señor Roca y al carro que nos vamos a visitar Ribeira Brava.


Estamos haciendo camino al Oeste, de pueblito en pueblito. Las distancias son cortas pero tardas porque hay muchas curvas y túneles. Éstos están por todos lados y comunican todas las partes de la isla, evitando rodeos os subir montañas. Hay más de 3 kilómetros...
Ribeira Brava se llama así porque desemboca el único río de la isla... Pero agua hay por todos lados. Aparcamos en el parking de la entrada y bajamos hacia el mar. Vemos un túnel que pasa al puerto  (nada recomendable) y más escaleras que llevan a casa de algún tipo, arriba en los riscos.
Enseguida te encuentras con la oficina de turismo, que es un antiguo fuerte o punto de vigilancia y a cuya empleada no le gusta nada el trabajar; una sonrisa forzada, un papel de la isla y poco más. Nos manda a la iglesia con la torre de azulejos. Bonita. Foto y a perderse por las dos calles del centro de la ciudad. En media hora has visto el pueblo.


Al carro de nuevo que nos vamos a Ponta do Sol. Otro pueblito que lo único que tiene son cuestas y encanto. Ni centro histórico, ni iglesias, ni museos y nada que ver. Casas de colores, calles empinadas, el mar y poco más.
Jardim do Mar está al lado de Ponta do Sol y comeremos allí. Lo mismo. El mar y nada más. Comemos en el único bar que vimos, el Portinho; lapas, calamares y choco. Las lapas están muy ricas pero duras como balas. Un paseo para ver a una gorda bañarse entre las piedras (tiene que ser guiri) y nos vamos a Porto Moniz, punto final por hoy.


De camino, paramos en Ponta do Pargo a ver las maravillosas vistas.



Pero antes de llegar a Porto Moniz, a Soni se le ocurre ir a las Grutas de San Vicente y así mañana tenemos todo el día para las piscinas saladas. Pues dicho y hecho. Llegamos alas 17:00, a la hora del último pase. Aparcas y por un túnel y luego por un puente cruzas la carretera y la ribeira para llegar. Pagamos tickets y a esperar un ratito en la sala de souvenirs a que empiece. Poco rato, porque enseguida viene una chica que nos lleva al correspondiente Centro de Interpretación, muy pequeño, que consta de una maqueta explicando como funciona un volcán y una peli en 3D sobre el nacimiento de Madeira. Dos chorradas muy grandes pero estás de vacaciones y entretienen. Al terminar, nos meten a todos en un ascensor y bajamos 3000 m!! hasta el centro de la Tierra (bueno, en realidad son 6 m :-) ) Una tele proyectada sobre espejos con una imagen del centro de la Tierra da la sensación de ser una enorme bola de magma. Tras esto, a la calle para entrar, ahora sí, en las grutas.


Son cuevas creadas por los volcanes y de varios kilómetros de longitud en las que a retirarse el magma se quedaron estas grutas. Son de basalto luego no hay estalactitas ni estalagmitas y agua hay, como siempre, por todos lados. Incluso han puesto unas pantallas de metacrilato para retenerla y dar la sensación de piscinas... Mind your head, mind your head...! Es la frase más escuchada por todos lados. Las grutas son una visita obligada para quien visita Madeira.


Tras salir a la luz, al coche que nos vamos a Porto Moniz, última etapa de hoy. Por cierto, estamos en el norte de la isla y esto es lo más verde que he visto en mi vida: como Asturias o La Palma pero a lo bestia. ¡Madre de Deus! Todo verde, con las flores invadiendo la carretera y riachuelos y cascads por todos lados. Parece que han rodado aquí Parque Jurásico, de verdad: en cualquier momento, nos salen los dinosaurios... Y túneles, muchos túneles.
Llegamos al hotel, el Euromoniz, y tras ver la habitación y dar una vueltecita para ver si encontramos un jerseicito, ya que hace rasquilla por aquí, nos vamos a cenar al restaurante Vistas al Mar, llamado así por las vistas a la montaña que tiene: unas gambas y ensalada y para la piltra.

18 de Julio: con monjas y cristianos

Precioso amanecer en Porto Moniz, soleado pero sin calor y con una ligera brisita marina. El desayuno sigue dejando mucho que desear en toda la isla pero llenamos el estómago por lo menos para lo que te espera de día.


Dejamos el hotel y nos vamos a buscar un jerseicito pa la fresca nocturna pero no encontramos na de na. Lo mejor, un imán para la nevera de CR7: seguro que a mi padre le hará mucha ilusión.
Con el imán en la mochila, cruzamos la calle para ir al acuario: son pocos euros pero tampoco tiene mucho que ofrecer. Es pequeño. Tiene varias piscinas y acuarios con los peces y bichos típicos de la zona pero sobre todo tienen un enorme acuario con tiburones, rayas, morenas y cientos de peces. Incluso, si pides hora, te puedes meter a bucear.


Salimos a conocer las piscinas cercanas; son naturales pero ayudadas por la mano del hombre porque están rodeadas de paredes de cemento para que no se pierda el agua. Los guiris se lo están pasando pipa pero al final del pueblo hay otras más grandes que por un euro y medio prometen más acción... Y vaya si se cumplen las expectativas: por poco dinero, pasas una mañana cojonuda, pena de no tener gafas de buceo. No hay arena ni césped para tomar el sol pero el agua está genial, fresquita más bien, y se vislumbran peces y bichos de todos los tipos. Para la vuelta a Madeira, es una visita obligada. Además, desde aquí se divisan los grandiosos riscos que rodean a esta preciosa villa...


Pues ya bañados, nos montamos en el carro y nos dirigimos a Corral de Freiras. Será el trayecto más largo, aunque apenas sean unos pocos kilómetros, que hacemos en este viaje y recorremos la isla de norte a sur. Pasaremos otra vez por Sao Vicente para bajar casi a Funchal y volver a subir (en todos los sentidos) a Corral de Freiras. en este viaje notaremos el paso de un ambiente verde y húmedo del norte al más secano y populoso del sur.
Corral es un pueblo, o perdón, un conjunto de casa en mitad de la isla y entre las montañas más altas de la misma. Está a 600 metros de altura pero rodeado de picos de 1800 con lo que el camino es complicado. El pueblo se formó debido al éxodo de las monjas de la costa hacia el interior, aterrorizadas por los piratas... De este modo, se puede decir que los habitantes actuales de Corral de Freiras son los descendientes de estas monjas... ¡Oye, que mal suena esto!


Pues lo dicho, salimos de Porto Moniz con sus piscinas, cruzamos Sao Vicente con sus grutas y ponemos dirección al Sur. Casi al llegar a Funchal empiezan los carteles anunciando nuestro destino y empieza la subida a los montes. Las verdad es que es larga y parece interminable, con tramos en los que al 500 hay que ponerle en primera pero por fin aparece un túnel enorme, en la dirección al pico nosequé, el más alto de Madeira. Al salir del túnel, parece que has llegado a otro mundo... Corral está delante, desperdigado entre cuestas y casas y metido en un valle entre enormes montañas. En realidad, el pueblo no merece la pena pero la impresión de verte ahí metido es, como mínimo, curiosa... Gente muy amable pero poco que ver. Vuelta a Funchal a ver lo que nos queda.


Comemos en Tasca Literaria Dona Joana Rabo-de-Peixe, llena de cuadros y libros y comemos unas sardinas y una espetada. Habíamos aparcado en el parking contiguo a la Plaza de la Autonomía, una de las más importantes de Funchal pero que no tiene nada que ver. Paseamos por el paseo marítimo y al final del puerto está nuestro primer destino de la tarde: el museo de CR7, Cristiano Ronaldo, o mehlor jugador do Mondo.



Lo primero, decir que el museo es privado, pagado todo por CR7 y que cada uno hace con su dinero lo que quiera. Y que compró unos terrenos públicos para hacer el museo, pagando un quintal. Museo que por otra parte fomenta el turismo de la isla y crea puestos de trabajo. Pero parece propio de un tipo egocéntrico aunque dicen no lo es ni mucho menos. Me parece mucha tela hacerte un museo para enseñarte al mundo. En fin. Por otro lado, decir que el museo tiene copias de lo que ha ganado en el Madrid y los otros clubes y los trofeos de Bota y Balón de Oro conseguidos. Pero lo mejor es el tipo que está en la planta baja con los turistas: ¡el auténtico primo de CR7! Un tipo que te enseña fotos de cuando eran niños y ¡¡la auténtica entrada del Madrid-Bayern!! En fin, fotos, risas y nos vamos.
Cogemos dirección al pueblo para ver algo más interesante: el Mercado de Labradores.


Es el típico Mercado de Abastos de cualquier pueblo: en la planta sótano están las pescaderías, con peces como el sable negro que nunca he visto por aquí pero que allí es muy apreciado. En la planta baja están las fruterías, tiendas de flores y las de regalitos, además de un par de cafetarias. Una de ellas también da al exterior y tiene muy buena pinta pero allá las palomas desayunan y almuerzan como todo hijo de vecino. Finalmente, en la última planta hay más fruterías, especializadas en fruta deshidratada. Compramos un par de dulces de miel y nos vamos a las Bodegas Blandy's: otro de los puntos de interés de la city y nuestro viaje.


Se encuentran en una plaza en el centro de la ciudad y son famosas por ser de las primeras productoras de Vino de Madeira. Se crearon en el siglo XIX por un tal Blandy, un inglés que apareció por aquí , se enamoró del sitio y se quedó. Probó a hacer vino y oye,  triunfó. Las bodegas está así como cunado se hicieron y conservan el olor de antaño. Tras comprar la entrada, esperamos un ratito para hacer el tour. Primero nos llevan a una sala donde muestran como se hacían los barriles de antaño: usando uno como puerta, llegamos a las barricas más significativas de la producción: que si Dry, Sweet y los distintos tipos de uva que usan: verdelho, entre otras variedades. Tras esta sala, está la sala de fermentación y a continuación, otra sala enorme con docenas de barricas y produciendo mosto continuamente. Para acabar, a la sala de catas a probar el vino: un consejo, vino con hielo y rodajas de naranja. Lo dice Rita, nuestra guía. Terminamos, nos cogemos el coche y nos vamos al hotel Windsor: cuidado con la entrada al parking, tiene huevos. La habitación es pequeña pero cómoda y el baño es enorme. Tenemos la suerte de que la piscina está justo encima de nuestra habitación... No pienso salir del agua hasta que me tenga que acostar.


19 de Julio: por el Oriente hasta Santana

Con las copas de la piscina de la noche anterior todavía en nuestras cabezas, dejamos el hotel y nos dirigimos hacia el lado oriental de la isla, no sin antes visitar la habitación clásica que tienen, recuerdo de la época colonial.
La próxima parada es Camacha, aparcamos arriba en la plaza, al lado de un reloj que llevaron los ingleses y recorremos los poco que hay que ver: la plaza, la Iglesia de Sao José, una tienda de mimbre y un mirador con una vista espectacular. Veo un camino que pone "levada", lo sigo pero lleva a la carretera... Para otra ocasión. Poco tiempo aquí y partimos a Santa Cruz, cerquita de Camacha pero en la playa... Bueno, playa, playa... por decir algo: es un acúmulo ingente de piedras y rocas al lado del mar con lo que no te puedes bañar sin torcerte un tobillo. Incluso ponen una barandilla y pasarela para tirarte al agua!!! Fotitos de las piedras, de la playa de cemento, la arena de cantos rodaos y el paseo marítimo con sus guiris jugando al vóley desollándose los pies. Mira! en lontananza se divisan unas islas. Tierra! Son las Islas Vírgenes, nos enteraríamos después.

 Bueno, corta estancia y desplazamiento a Machico: puerto pesquero, éste sí, en la osta. Con su playa y todo: bueno, la arena la han traído desde Marruecos pero es el único sitio donde me puedo bañar; eso sí, el agua a bajo cero. Sonia ni se lo plantea y se va a por un helado. Cuando termina, me recoge y nos vamos a ver el centro: igual, iglesia y plaza con estatua del famoso de turno. Corcho, se pone a llover: tipo chirimiri pero agua helada así que aprovechamos para un "bolo": me lo pillo de azúcar. Buenísimos, estos lusos hacen los mejores bollos del mundo! Eah, "bolo" zampado y a ver ballenas.


Para ello, hay que ir a Caniçal, aunque pocas ballenas hay: de plástico, marfil, de juguete o de lo que quieras menos de verdad. Lo que pasa es que fue el puerto ballenero más importante de esta zona y aun se conservan restos; pero de ballenas, nada. Unos barquitos chulos en el puerto, una estatua y un museo... pero de las de verdad, ni rastro. Por cierto, otra magnífica playa con estupendas piedras tuercetobillos.


Y para la hora de la comida llegamos a Porto Da cruz, con un poquito más de interés que los anteriores. Bueno, interés hasta que encuentras las famosas piscinas: un spa con sobrillas al lado de las piedras y poco más... Ah, sí! Un precioso ratoncillo cruzando por la calle. Bajamos a la playa a tomar el fresco y a partirme los tobillos, claro. Respiramos aire puro, como en toda la isla y suena la gusa: hambreee... Una visita corta por el pueblo y A Pipa a comer: buena comida y una jarrita de sangría de Madeira: refresca  está rica. Gran idea para volver a casa. Ya saciados y con energías repuestas, nos vamos a tomar ron! Típico de aquí. Subimos a la fábrica de ron, que se llama Engenhos do Norte. Al pasar por la playa, está repleta de surfistas: la mitad no tiene dientes de los chocazos con las piedras.


Entrar a la fábrica es free y está curiosa de ver: llena de máquinas (ingenios, como en Cuba) para hacer ron. Pero hay tanto guiri que no podemos ni probarlo, ni siquiera la Poncha, típica de Madeira. Bueno, otro día.


Ya con esto visto, nos vamos al lugar donde dormiremos: Santana, con sus espectaculares vistas y casas triangulares. Para mí, es lo mejor de la isla pero sobre todo por donde nos hospedamos: en las Casas de Campo de Pomar. Si vas a Madeira, es obligado pasar una noche aquí. El entorno es espectacular y para dormir, tiene casitas por la Quinta (la finca). Por la mañana, te ponen el pan calentito en la puerta... Bueno, hacemos el checking con el dueño, muy amable y nos vamos a ver si nos compramos un jerseicito que por aquí refresca. Después visita a las casas triangulares y vuelta a la Quinta a tomar una duchita y disfrutar de nuestra casita, antes de cenar. Esto ocurre en la casa de Marcel, donde probamos el típico sable negro y por fin, la famosa Poncha. Lo primero, rico; lo segundo, fuerte pero exquisito. Con la tripita llena, a la casita a disfrutar de ella.





20 de Julio: esto toca a su fín

Amanecer en Santana!! Pocas cosas más bonitas hay en la agenda de un mochilero. Abro la puerta y tenemos el prometido pan calentito para hacernos unas supertostadas y prepararnos para la vuelta a Funchal, para terminar de verlo y casi, el viaje.



El destino de hoy en Funchal es el Jardín Botánico; no el del primer día sino el típico de aquí, que está justo antes de llegar a Funchal por Santana. Muy chulo, lleno de flores y plantas pero lo mejor son las vistas y que está en la montaña, como casi todo por aquí. Pero cuidado, no visitar la cueva de los enamorados: un simple agujero en la roca sin nada de nada. Te ahorras la subida.
Hay varios ecosistemas, incluso algunos de fuera de la isla, y un alucinante mural de flores. Enorme.
Atención, hay una entrada (donde se paga) en la parte de arriba y una salida unos metros más abajo así que te jorobas porque aparques donde aparques, tienes una subidita muy hermosa.



Ya está, esto toca a su fin... Pena, llegamos a Funchal y nos vamos a buscar el hotel: se llama Hotel do Carmo y no tiene parking por lo que me tiré un buen rato para aparcar. Al final, enfrente del hotel vi una P de parking pero resulta que es privado, como muchos de Funchal, y al volver a quitar el coche cuando me lo dijeron en el hotel, había un colega maldiciéndome en portugués. En fin, mucha  prisa no tendría porque decía que empezaba a trabajar a las dos y ni se movió.
Bueno, finalmente nos vamos a comer y elegimos el Almirante, que hemos pasado por delante mil veces y vamos a darle una oportunidad: pelín caro, pero es normal por su situación. Después de comer, a por la siesta y cuando acabamos, a la piscinita... Último baño en Madeira.
Luego un paseíto y para cenar, nos vamos al Mercado Dos Lavradores... Hoy no tenemos ganas de jaleo y mañana hay que volver a casa.


21 de Julio: vuelta a casa

Nos hemos levantado supertemprano porque el vuelo sale a las 9:30. Desayunamos ligero y poco que el bar del hotel no está abierto pero ayer avisamos de que nos dejaran desayunar.
A buscar el coche, que ayer entre parking y calle lo dejé en... sí, ya me acuerdo! A por él!
Mañana fresquita en Funchal. Agradable. Respirando los últimos vapores del océano y la volcánica isla... Snif!
Recojo a Soni, dejamos el coche y un último vistazo a las islas vírgenes que desde la distancia, nos han acompañado todo el trayecto. Para dentro que nos vamos, hacemos escala en Lisboa y antes de cenar, hogar, dulce hogar.
Para acabar, comentar que Madeira es inolvidable, nos ha encantado a los dos y yo tengo intención de volver a recorrer unas cuantas "levadas" que es lo único que no hemos hecho. Solo unos últimos consejos:

  • Comida: es muy buena  variada, se parece mucho a la española pero aquí abusan mucho de las verduras, las ponen con todo lo que te pidas. De bebidas, destacar la sangría blanca y la Poncha, lo más típico de esta isla. No olvides un ron de Engenhos da Norte, en Porto da Cruz



  • Los hoteles son por lo general, adecuados... No esperes grandes lujos ni en un cinco estrellas: casi todos los que hemos visitado tienen piscina para un bañito, aunque sea en el ático. No puedes dejar de visitar la Casa de Campo do Pomar.

  • En cuanto a los desplazamientos, son generalmente cortos pero se pueden alargar por la cantidad de curvas que hay. Atencion también a los túneles y a las enormes cuestas. Y cuidadito con el agua que está en todas partes.
  • El tráfico es como en el resto del país, caótico, pero aquí no se ven tantos coches y mejora comprado con el resto de Portugal. De todos modos, en la autovía no es raro que te adelanten a doscientos por hora.
  • Para llegar, hay vuelos directos desde España pero son bastante más caros que haciendo escala en Lisboa: suele ser corta y si te da tiempo, te puedes hacer una escapada a ver la capital.